viernes, 11 de diciembre de 2009

Un día en la vida de Ruth Howe (Primera parte)

Como todas las mañanas, la doctora Ruth Penélope Howe, experta en psicología y matemática e instructora de yoga, entró a su consultorio a las 8 en punto de la mañana. Colgó su costoso saco en el perchero (el de caoba macizo pintado a mano por artesanos marroquíes con dos capas de barniz extraído de un árbol nativo de Marruecos; el otro está en reparación) y buscó el comunicador.
-¿Charlotte? Llegué- dijo mientras se sentaba en su sillón y acomodaba sus "objetos para psicologear".
-Buenos días, doctora- dijo su asistente por medio del comunicador, desde la cocina -¿Necesita algo?
-Sí, Charlotte ¿Podrías traerme un té helado con una rodaja de limón en forma de triángulo?-
-Sí, doctora ¿Triángulo isósceles o escaleno?
-¡Isósceles!
-¡Ah! Claro, lo siento doctora. Enseguida se lo llevo.
-Gracias, Charlotte.
*Siempre lo mismo,* pensó Ruth. *Esta chica necesita que le de una clase de geometría.*
En la cocina, Charlotte pensó, *Siempre lo mismo: "Isósceles"* dijo imitando su voz. *Yo pregunto por si alguna vez cambia de opinión, ¡qué carácter! Debería darse ella misma una sesión para quitarse la obsesión con los triángulos isósceles!*
La doctora revisó su agenda. Hoy vendría Fernandina Marinada al turno de las 8:30. *Al menos ya pasó la fase de hablar mediante un peluche* pensó.
Sonó la puerta.
-¿Doctora?
-Pasa, Charlotte- dijo Howe.
-Gracias- la señorita Avery entró. -Buenos días, doctora. Aquí le dejo unos documentos que debe firmar y su té helado con una rodaja de limón en forma de triángulo escaleno.
-Charlotte- dijo con voz enojada Ruth.
-¿Si, doctora?
-¡¡Isósceles!!

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